miércoles, 25 de marzo de 2015

Los cinco elementos, el pilar central de la medicina china






En todas las épocas y en todas las civilizaciones, la naturaleza que nos rodea ha sido considerada por los humanos como un reflejo de nuestro funcionamiento interior, tanto fisiológico como psicológico. En su entorno natural, el hombre siempre ha encontrado puntos de referencia que le han permitido construir sus propios ciclos. De este modo, desde la prehistoria, la alimentación ha estado relacionada con el ciclo de las estaciones, y las poblaciones de los países fríos tuvieron que aprender a conservar los alimentos para poder enfrentarse a los períodos de invierno, cuando las condiciones climáticas no permitían la caza ni la recolección.

  Con el transcurso de los años, estas correspondencias se volvieron más sutiles y acertadas, cada vez mejor adaptadas a las condiciones de vida. Son los chinos los que más han profundizado en el estudio de los elementos naturales y sus correspondencias con el ser humano. Organizaron sus observaciones en un sistema perfectamente coherente, que abarca todos los aspectos de la adaptación del hombre a su entorno. Siguiendo la enseñanza de los cinco elementos, el individuo puede aprender a vivir en armonía con lo que le rodea, a escuchar sus propios ritmos interiores, a preservar su salud y a cultivar la energía de vivir.

  Para los chinos los elementos son cinco, y no cuatro como en nuestra civilización occidental. Estos cinco elementos son la madera, el fuego, la tierra, el metal y el agua. Este conjunto es el pilar central de la civilización china. De él que extrajeron las nociones fundamentales de su medicina, especialmente la de la energía que anima los cuerpos vivos y la de los meridianos a lo largo de los cuales circula.

  A partir de ahí se organizó un complejo sistema médico que contiene varios enfoques terapéuticos complementarios: la alimentación, la fitoterapia, los ejercicios taoístas de purificación y de equilibrio como el Qi Gong, la acupuntura...

  Los chinos también establecieron un sistema de correspondencias entre los cinco elementos y el cosmos que permitió relacionar al hombre con los planetas y estrellas. Así se integra en el universo que le rodea y que influye en sus ritmos fisiológicos, orgánicos, y en sus reacciones emocionales y psicológicas.

  El conocimiento de los cinco elementos se utiliza también en el arte de la prevención. La medicina china es una medicina de reparación, y sobre todo de de prevención. Las técnicas chinas de diagnóstico, como la toma del pulso o el examen de la oreja, se apoyan también en la teoría de los cinco elementos.


  Más allá de las apariencias

  Los cinco elementos tienen aplicaciones de los más sorprendentes para nuestros espíritus cartesianos occidentales. Influyen en el estudio de la morfología del rostro o de la mano. Observando atentamente la configuración, las líneas, los detalles significativos, se puede determinar un tipo de constitución base. Es como "una marca de fabricación", nos proporciona claves que permiten delimitar nuestro carácter, nuestras reacciones emocionales, nuestra fragilidad física...

  A esta constitución base le corresponden momentos privilegiados cuando nos sentimos particularmente bien, y momentos desagradables cuando nos sentimos mal sin razón aparente: horas del día, periodos del año... Durante estas épocas debemos cuidar más particularmente nuestros órganos más débiles o nuestras debilidades emocionales. Durante estos periodos nuestros desequilibrios amenazan con exacerbarse. Plantas, elixires florales, aceites esenciales, acupuntura, ejercicios de Qi Gong, masajes,... juiciosamente adaptados y elegidos, permiten también, en función de los cinco elementos, restablecer el equilibrio amenazado


Fuente: Guía práctica de Medicina China, Yves Requena y Marie Borrel

No hay comentarios:

Publicar un comentario