Que el corazón tiene su propia red de varias decenas de miles de neuronas, con sus neurotransmisores, etc. ya es una realidad científica.
Se dice que la buena relación entre el cerebro y el cerebro del corazón es una de las claves de la inteligencia emocional. Por eso creemos que no hay que hacer aquello que creemos que tenemos que hacer (cerebro cognitivo), sino aquello que realmente sentimos (cerebro del corazón). Al hacer lo que sentimos, lo primero que experimentamos es paz interior. Las personas con un gran grado de inteligencia emocional son personas que están en paz la mayor parte del día.
Investigaciones en el nuevo campo de la neurocardiología muestran que el corazón es
un órgano sensorial y un sofisticado centro para recibir y procesar información. El sistema
nervioso dentro del corazón lo habilita para aprender, para recordar y para realizar
decisiones funcionales, independientemente de la corteza cerebral.
Por otra parte, numerosos experimentos han demostrado que las señales que el corazón
envía constantemente al cerebro influyen en las funciones de los centros más importantes
de éste, sobre todo en aquellos que involucran a los procesos de percepción, de conocimiento
y a los emocionales.
envía constantemente al cerebro influyen en las funciones de los centros más importantes
de éste, sobre todo en aquellos que involucran a los procesos de percepción, de conocimiento
y a los emocionales.
Estudios clínicos y casos reales de pacientes, con condiciones médicas diversas, han
demostrado que la “coherencia cardíaca” tiene un impacto positivo y rápido en la calidad
de vida de individuos con enfermedades crónicas. Sentimientos negativos como la
ira o la frustración están asociados con un errático, desordenado e incoherente patrón
en el ritmo cardíaco. En contraste, sentimientos positivos como el amor o el aprecio están asociados con un suave, ordenado y coherente patrón en la actividad del ritmo cardíaco.
demostrado que la “coherencia cardíaca” tiene un impacto positivo y rápido en la calidad
de vida de individuos con enfermedades crónicas. Sentimientos negativos como la
ira o la frustración están asociados con un errático, desordenado e incoherente patrón
en el ritmo cardíaco. En contraste, sentimientos positivos como el amor o el aprecio están asociados con un suave, ordenado y coherente patrón en la actividad del ritmo cardíaco.
La eminente matematica e investigadora de la conciencia, Annie Marquier lo explica muy bien en su entrevista a la Vanguardia. Lleva muchos años investigando la intersección entre la ciencia y la
conciencia y sus planteamientos son siempre rigurosos y están
bien documentado. Es autora de El poder de elegir, La libertad de ser y El maestro del corazón.
Link a la entrevista a Annie Marquier para la Vanguardia.
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